Entrevista con Carolina Meloni a propósito del 8M

Carolina Meloni
21 marzo 2022

Desde la sección político-social del Colectivo Metástasis no queríamos dejar pasar el mes de marzo sin trabajar la temática feminista, clave en la filosofía política de hoy en día. Si bien utilizamos la efeméride del 8M como excusa para sacar el tema, cabe recordar que el pensamiento y praxis feminista ha de ponerse en práctica en todos los aspectos de nuestra vida, pues solo así podremos aspirar a un cambio radical de nuestra sociedad.

Para tratar estas cuestiones queríamos, además, invitar a una persona que supiera del tema, que pudiera aclarar algunas dudas que nos surgían, y tuviera cosas – a nuestra consideración – más que relevantes que decir al respecto. Contamos, por ello, con la presencia de Carolina Meloni, profesora de pensamiento feminista en la Universidad de Zaragoza, y escritora de – entre muchos otros y recomendables trabajos – el recientemente publicado Feminismos fronterizos: mestizas, abyectas y perras (Kaótica Libros, 2021).

 

Metástasis: Con respecto a la recientemente celebrada jornada del 8M, en el caso estudiantil, de huelga, y las multitudinarias manifestaciones que vienen acompañando la fecha desde hace ya unos años, cada vez son más las críticas vertidas desde sectores, por un lado izquierdistas, y por otro lado, feministas con un mayor grado de radicalización. Acusando a la jornada tanto de movimiento interclasista, y por lo tanto más cercano a lo que podríamos denominar un “feminismo liberal”, y por otro, de movimiento reformista, incapaz ahora mismo de confrontar con el orden patriarcal, o cualquier otra forma de opresión sexista. ¿Sigue realmente teniendo vigencia y potencial en tanto que movimiento político? ¿Se puede hablar todavía de un 8M de carácter revolucionario?

 

Carolina: Yo creo, no se si estoy de acuerdo con vosotros, en el sentido de que al haberse abierto el y ser ahora un movimiento interseccional, interclasista, como decíais, eso le haya hecho perder fuerza. Yo creo que es todo lo contrario, que precisamente el hecho de que el feminismo haya empezado a cuestionar determinados presupuestos del propio feminismo – antes estaba muy centrado solo en la cuestión de la opresión de  género de la mujer – lo hace uno de los movimientos políticos actuales con más fuerza política, siempre que entendamos el feminismo como una lucha antisistémica, y como una lucha anticapitalista también, porque precisamente muchos feminismos, como señalábais, más jóvenes o de nuevas generaciones, y que incluso incluyen otras luchas, han ampliado el espectro político del feminismo en el sentido de comprender que el poder ya no es algo monolítico – como ya nos enseñó Foucault – el poder no tiene un solo centro, sino que el capitalismo se ha caracterizado por ser un sistema de poder, o de disponer unos dispositivos de poder, que tienen varias caras, como una especie de hidra, creo que Zizek lo definía así.

Realmente, si queremos acabar con un sistema capitalista, patriarcal, ecocida, etcétera, necesitamos movimientos que tengan múltiples caras. Si sólo nos centramos en la opresión de la mujer vemos como el feminismo se convierte en un movimiento de clase, y de clase burguesa más bien alta. Pero claro, vemos que al feminismo se le han sumado voces más jóvenes,  del movimiento LGTBIQ+, de migrantes… Esto es lo que hace que sea un movimiento mucho más rico. En este sentido, yo creo que precisamente en su multiplicidad de luchas radica su potencialidad política.

 

M.: Una cuestión que, al menos en la academia, parece tratarse como forma hegemónica de categorización de los diferentes movimientos feministas son las llamadas olas del feminismo. Más allá de las críticas que se puedan hacer a este sistema, de carácter profundamente eurocéntrico, academicista y que sin duda deja fuera muchísimas luchas feministas, ¿es posible hablar de una cuarta ola constituida por los movimientos ecofeministas y transfeministas?

 

C.: Sí. Yo me he resistido hasta hace poco a pensar en una cuarta ola, si seguimos en el esquema de las olas. Las olas siempre se han caracterizado como una autocrítica dentro del propio feminismo, ¿no? Pues, el feminismo constructivista critica todos esos presupuestos esencialistas del feminismo de la igualdad; luego la tercera ola, con todo lo que son los movimientos dentro del propio feminismo chicano, critica también a su vez muchos esencialismos en los que había caído la segunda ola. Y yo lo que veía es que en esta cuarta ola, sobre todo al principio, es que se estaban reafirmando, o reforzando muchos discursos esencialistas: que actualmente sigamos defendiendo una idea de la mujer basada en la biología, es algo que el feminismo lleva cuestionando desde los años cuarenta, desde Simone de Beauvoir, ¿no? Y sin embargo hay corrientes del feminismo que lo siguen haciendo. Entonces por eso me resistía [a hablar de una cuarta ola], pero es verdad, y ahora os doy la razón, que cada vez más, veo nuevas voces en el feminismo, y veo también nuevos presupuestos políticos que sí podrían definir una cuarta ola; como por ejemplo el transfeminismo, que lo habéis mencionado, como por ejemplo todo el tema también de ecofeminismos, porque realmente estamos viviendo, más ahora con la guerra, bueno… que se puede dar una crisis energética, una crisis global en sentido ecológico, ¿no? Y por ejemplo en Latinoamérica son muchísimas las voces, sobre todo de mujeres que proceden de pueblos originarios, que son a las que están asesinando, como Berta Cáceres, o todas las militantes ecologistas, ¿no? Entonces, yo creo que sí podríamos definir una cuarta ola.

 

M.: Un último punto, que quizás se desvíe un poco del tema principal de la entrevista, pero sin duda clave en la labor feminista de transformación social es el amor. A este respecto, ¿hasta qué punto los nuevos modelos relacionales que van emergiendo son producto de las luchas feministas? ¿Son acaso creaciones del propio neoliberalismo en busca de asegurar su perpetuación desde una perspectiva de apariencia más “progresista”? ¿O acaso encuentran sus orígenes en movimientos anticapitalistas y están sufriendo – como ya hemos visto en tantas otras luchas – un proceso de fagotización por parte del propio sistema?

 

C.: Yo creo que el capitalismo es de los sistemas, en ese sentido, mucho más eficaces, porque ha sido, eh, de los pocos sistemas políticos o socioeconómicos, sistemas-mundo, como lo define Wallerstein, que ha sabido fagocitar la resistencia. Si tenemos un sistema de poder estático, como nos ha enseñado Foucault, absolutamente monolítico, ya se ha demostrado que son sistemas que generan sus propias resistencias a ese poder. Y el capitalismo ha sido tan inteligente que lo que hace es, asumir la resistencia; y lo que hace es colonizarla, como habéis señalado. Es que, a veces da la sensación, no sé si os pasa a vosotros, de que da igual la resistencia que creemos, que inmediatamente Zara nos saca una camiseta con esa resistencia [risas]: da igual que sea el Che Guevara, que sea el feminismo, a que sea el poliamor y otras formas de amor, ¿no? Y es cierto que en determinadas formas de vínculos amorosos se ha establecido una lógica de consumo de cuerpos, independientemente de que sean hombres o mujeres. Hay una lógica de consumo de cuerpos, pero porque no hay por detrás, yo creo, realmente una crítica a lo que es, el amor romántico, el amor tradicional o la pareja heterosexual monógama, como bien la habéis descrito. Claro, es que no podemos dejar de pensar en el amor. Más si somos feministas y somos marxistas. Sí, tenemos que pensar en otros vínculos, porque si no realmente este sistema nos come.

La forma que adquiera ese vínculo en cada uno de nosotros, cada uno sabrá trabajarlo, ¿no? Cuestionando siempre lo que es una estructura más clásica. Pero si dábamos por perdida toda esa resistencia que nosotros mismos hemos puesto en marcha, estamos más que jodidos, entonces, hay que intentar, desde luego, estar alerta y ser críticos a esas formas que nos venden, pues como decíamos antes, en un lema consumible; tanto relaciones sociales, como movimientos políticos, como, incluso lucha, acordaos el lema de Ikea: «Bienvenido a la república de tu casa», cosas de estas, ¿no? Ser críticos y a la vez siempre estar trabajando internamente qué tipo de relaciones amorosas queremos generar.

13 comentarios en “Entrevista con Carolina Meloni a propósito del 8M”

  1. Doy fe de que a mí el neoliberalismo me la ha jugado pero bien con lo de las camisetas… De repente toda mi colección ha quedado devaluada a simple consumismo postmo!!!
    Todavía recuerdo (qué viejuno suena esto…) cuando las camisetas anti-sistema solamente las podías encontrar en txosnas, CSOs, gaztetxes o festivales, y su compra contribuía a una caja común destinada a financiar una determinada lucha.
    Ahora a nadie le sorprendería encontrarse una camiseta de Eskorbuto en Zara o el Corte Inglés, y encima muchxs pensarán que te la has comprado allí! Y ya como te la hagas tú mismo hasta te llaman «prosumidor» o «creativo»… Al final el neoliberalismo va a conseguir lo que nadie jamás consiguió: que me ponga camisas!

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