La muerte de Empédocles y el papel de la poesía en el devenir.

Carlos Fuentes
27 Enero 2022

La muerte de Empédocles es una tragedia escrita en verso monologal. Fue redactada durante el tiempo en que Hölderlin trabajaba en su Hiperión, pero no fue publicada hasta después de su muerte, y esto se debe a que, pese a existir tres versiones de la misma, todas ellas están inacabadas. No obstante, aun siendo una obra inconclusa, como veremos más adelante, Hölderlin esboza a la perfección su teoría de la nueva religión y el papel fundamental del poeta y la poesía.

La primera versión del Empédocles, en la cual nos vamos a centrar, es la versión más completa y extensa y está dividida en dos actos; el primero de nueve escenas y el segundo, inconcluso, de ocho. Hölderlin en la primera escena, a través de los personajes Delia y Pantea, nos presenta a un Empédocles ausente, dolorido y recorriendo el ocaso de su vida. Pantea, símbolo de la pureza y de la bondad, vanagloria la figura perdida de Empédocles, del Poeta. Pero, ¿quién es el poeta perdido por el que se lamenta Pantea? Para descubrirlo debemos remontarnos a la filosofía de Hölderlin.

Hölderlin critica la gran escisión entre el hombre (arte) y la naturaleza, entre lo infinito y lo finito que tiene lugar en su tiempo y que en la antigua Grecia no existía. Éste plantea que el hombre debe volver a ser uno con la naturaleza, finito e infinito deben reconciliarse haciendo que el hombre vuelva a estar en armonía con la naturaleza, dicho en otras palabras, Hölderlin busca la unión de lo Uno (hombre) con el todo (naturaleza). Esta unión de los armónicos contrapuestos debe realizarse en el poeta, encarnado en la figura de Empédocles. que será el encargado de, tras haberse reconciliado con la naturaleza y haber llegado a ser el Todo, transmitir el mensaje de la nueva religión que tiene que acabar con la podredumbre y lo corroído de la sociedad, subvertir por completo la tiranía y el despotismo de la sociedad y traer el reino de Dios3 que renueve la patria y lleve enteramente a ésta a la unión armónica con la naturaleza. La nueva religión que instaurarán los poetas debe ser una religión estética, más aún, poética. Mediante la poesía los hombres deben ser libres. Hölderlin defiende a su vez una libertad de pensamiento y religión, pues mediante las representaciones poéticas, cada persona adorará a su propio Dios.

La nueva religión poética es tolerante y democrática. Hölderlin propone que la nueva mitología debe estar al servicio de las ideas, es decir, hay que «estetizar» las ideas para ponerlas al servicio de la razón, en definitiva, Hölderlin propone una mitología de la razón. La nueva religión se aleja de los dogmas y de las iglesias de la vieja religión y da culto a la belleza, a la razón y a la libertad del individuo, a la libre unión de una comunidad en el amor y la belleza. Para esto, mediante la poesía, (y aquí aparece su papel fundamental), se deben rechazar y dejar atrás los viejos valores corruptos y podridos de las anticuadas sociedades y buscar el culto a la belleza y la reconciliación con la naturaleza, la vuelta del uno con el todo, casi una apocatástasis a la antigua Grecia. La poesía aparece aquí como un elemento práctico de revolución y transformación de la sociedad, y los poetas los guerreros encargados de llevar a cabo esa revolución. Hölderlin encarna en Empédocles una necesidad de su realidad.

Es por eso que en la escena dos de la tragedia, Hermócrates, que representa a todos aquellos sacerdotes de la vieja religión que Hölderlin rechaza, planea, junto con Critias, figura muy interesante que se descubre más adelante, expulsar a Empédocles de la sociedad y acabar con el peligro de que instaure su nueva religión. En la escena tercera aparece por primera vez Empédocles. Hölderlin nos presenta al agrigento como un poeta en decadencia. En Empédocles ya se habían reconciliado el arte y la naturaleza y él había llegado a ser uno con lo infinito y con la divinidad. No obstante, Empédocles no consiguió transmitir el mensaje poético a su pueblo. En la tragedia de Hölderlin, la reconciliación de los armónicos contrapuestos realizada en Empédocles se ha vuelto a escindir y separar, Empédocles ya no pertenece al Todo, pero tampoco puede volver a pertenecer al pueblo. El poeta es un apátrida que rechaza al pueblo al no haber comprendido o haber ignorado el sagrado mensaje de la poesía. Pausanias es el único hombre puro que va a seguir su mensaje hasta el final de sus días, y acompañará a Empédocles cuando éste sea desterrado.

Hermócrates, Critias y el pueblo de Agrigento se enfrentan a Empédocles. Con la manipulación de Hermócrates, el pueblo de Agrigento odia y rechaza a Empédocles, así mismo, Empédocles ha rechazado a su pueblo al ver lo perdidos que estaban aún en el camino. Se produce una doble ruptura; en primer lugar de Empédocles con la sociedad y en segundo lugar de la misma sociedad con Empédocles. El poeta queda desterrado y deja Agrigento junto con Pausanias, pero antes, Critias mantiene una conversación con él. El personaje de Critias aparece como una figura muy importante, pues es el símbolo de aquellos que tienen fe en la nueva religión del poeta, pero por miedo e influencia del resto de la sociedad actúa como si no reconociera al poeta y se une al pueblo contra él. El acto primero acaba, tal y como inició, con Delia y Pantea anunciando la ausencia del poeta, esta vez no sólo espiritual, sino también físicamente.

En el acto segundo, Empédocles y Pausanias ya se encuentran en el paraje del Etna. Empédocles es presentado como un apátrida. Rechazado tanto por los dioses (naturaleza) como por su pueblo, vaga sin rumbo por el mundo. Es en ese momento de mayor debilidad donde encuentra su destino. El pueblo de Agrigento, Hermócrates y Critias ascienden hasta el Etna para ir al encuentro con Empédocles. El pueblo se ha dado cuenta de lo nocivo y maligno que es Hermócrates y viene a pedir el perdón de Empédocles y su vuelta a la patria para que les enseñe de nuevo la religión poética, sin embargo, Empédocles sabe que no basta con eso. Para llevar a cabo una reconciliación universal con la naturaleza, es necesario un
sacrificio. El pueblo de Agrigento ya ha reconocido el mensaje del poeta. Empédocles es consciente de esto, entona un último discurso donde rechaza al estado y le dice a su pueblo que tiene que superarlo, pues “ya no es tiempo de reyes”. Hölderlin desprecia tanto al estado como a los viejos sacerdotes que lo avalan, y propone, como veíamos antes, la total transformación mediante la nueva religión. abandona a los mortales para realizar su acto trágico, acto con el que podrá guiar al pueblo a la unión con el Todo.

Tras este magnífico discurso, Empeéocles abandona de forma definitiva a todos los mortales y se pierde por la ladera del volcán. Empédocles se arroja al Etna, -aunque esto no aparece de forma explícita en ninguna de las tres versiones, se deja implícito en todas ellas-. El suicidio de Empédocles es necesario para cometer su destino trágico y tiene dos funciones: en primer lugar la inmortalidad del poeta; el poeta, al morir joven y bello y de una forma que le acerca a la naturaleza quedará inmortalizado para el pueblo de Agrigento. La segunda función es ser el sacrificio necesario para que el pueblo alcance la pura reconciliación con la naturaleza. El poeta, una vez dejado su mensaje, debe desaparecer. El acto segundo termina con Delia, Pantea y esta vez Pausanias, cerrando el círculo de la obra, estos personajes anuncian la muerte de Empédocles y le despiden, poniendo así final a la tragedia.

12 comentarios en “La muerte de Empédocles y el papel de la poesía en el devenir.”

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