Sideways, A. Payne

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Fernando Pérez Martínez
5 de Abril 2022

El viernes 29 de noviembre de 2021, a las 10:00 ―aunque con la acostumbrada parsimonia de los veteranos―, en el aula 1.4 del edificio Interfacultades II, celebramos la quinta sesión del cinefórum del curso académico 2021-2022. Fue una sesión populosa y estremecedora, que no dejó indiferente a nadie ―en particular a Alexandra, a quien la película le pareció detestable―.

Tuvimos el placer de ver Sideways (conocida en España como Entre copas), una tragicomedia estadounidense del 2004. Dirigida por Alexander Payne, y escrita por él y Jim Taylor, cuenta entre su reparto con nombres como Paul Gimatti, Thomas Haden Church, Virgina Madsen o Sandra Oh.

El largometraje narra la penosa historia de dos cuarentones que pasan una semana en una suerte de despedida de soltero catastrófica. Miles (Paul Gimatti), un novelista frustrado y aficionado al vino que no supera su divorcio, lleva a su  amigo y excompañero de cuarto de la universidad Jack (Thomas Haden Church), un actor de poca monta, en un viaje por la costa de California para catar vinos, jugar al golf, relajarse y disfrutar, ya que este se casaba y quería aprovechar su “último bocado de libertad”. Lo cierto es que Jack es un depravado, un inmaduro y un crápula, y lo que quiere es correrse una buena juerga antes de entrar en la vida conyugal.

Jack arregla una cita con Maya (Virgina Madsen), una camarera en la que Miles tenía cierto interés, y Stephanie (Sandra Oh), una empleada de un viñedo amiga de Maya. Jack intima rápidamente con Stephanie, pero Miles, que arrastra un gran pesar por su divorcio con Victoria dos años hacía, tiene dificultades para entenderse con Maya. Tras varios momentos incómodos de una violencia mayúscula, Miles y Maya tienen un encuentro afortunado.

Al día siguiente, este le cuenta a Maya lo de la boda de Jack, y esta se decepciona profundamente; a su vez se lo cuenta a Stephanie, quien le parte la nariz con un casco al prometido. Entre tanto Miles recibe la noticia de que su novela no va a ser publicada. Lejos de aprender, Jack termina acostándose con una camarera que lo reconoció como actor, Cammi, cuyo marido les pilló in media res, por lo que aquel tuvo que huir desnudo hasta su motel con Miles, dejándose la cartera y los anillos en la casa de Cammi. Para recuperarlos, Miles se cuela en la casa mientras los propietarios tenían sexo.

Ya de vuelta, cansados y con la moral por los suelos, Jack, para excusar su rota nariz, hace caer en un hoyo el coche de Miles ―aunque la intención era chocarlo contra un árbol―. Su mujer le cree y se celebra la boda. En ella Miles ve a Victoria, se entera de que está embarazada y le presenta a su nuevo esposo. Abatido, coge su Château Cheval Blanc, que reservaba para una ocasión realmente especial, y lo toma sin las acostumbradas ceremonias en un vaso de plástico en un restaurante de comida rápida.

Finalmente, Maya deja un mensaje en el buzón de voz a Miles diciéndole que necesitaba tiempo para pensar lo que pasó y elogiando sus aptitudes literarias ―en el viaje Miles le había dado una copia de su libro―. La lectura de la novela le permite entender mejor a Miles, y también manifiesta cierta confusión con respecto al final de la obra. Así, Maya invita a Miles a su casa y el filme termina con Miles tocando la puerta de su casa.

Así las cosas, nos encontramos ante dos fracasados a los que les pesan los años y las aspiraciones frustradas. Cada uno en lo suyo, no han logrado el éxito que esperaban. De hecho, exceptuando el final, la obra es de un descreimiento notable: nada en ella es esperanzador, sino que más bien encontramos una crítica de las pretensiones e idealismos de la vida cotidiana. Miles tiene una cita con la realidad al ver frustradas sus aspiraciones literarias y al comprobar que su pesar no es compartido por su exmujer, quien ya ha rehecho su vida por entero. Jack corre una suerte similar, no siendo ese actor guapo y seductor a quien su personalidad parece emular, incurriendo más bien en una misoginia recalcitrante y una irreflexión embrutecida; para más inri, termina casándose con una mujer a la que no parece querer en exceso; más bien pareciera que está con ella por no estar solo, porque su infantiloide personalidad le impide la quietud de la soledad.

Es cierto que esa cierta originalidad desgarradora e incómoda termina al final del largometraje, con el acostumbrado final feliz que parece exigir una historia de estas características. Aunque atrevida, podría hacerse una analogía con don Quijote y Sancho Panza: Jack, un alocado idealista, solo ve gestas que podrían convertirse en grandes hazañas a cada esquina, mientras que Miles trata de apaciguar sus quijotescas ingeniosidades. Y juntos forman una ridícula pareja que no puede sino suscitar lástima y repudio a partes iguales por parte del espectador. 

En definitiva, Sideways es una comedia trágica conmovedora e inquietante que tuvo una buena acogida, galardonada con un Oscar a mejor guion adaptado entre otros premios. Es una película que verdaderamente disfrutamos y que no dio tregua hasta finalizada la proyección.

40 comentarios en “Sideways, A. Payne”

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