Vivir por encima de nuestras necesidades

David Pérez Chico
05 marzo 2022

1. No se preocupe usted, amable lectora o amable lector, no se trata de un error: el título habla, efectivamente, de necesidades y no de posibilidades. La sorpresa se explica porque en español tenemos una expresión que sirve para describir magníficamente bien un tipo de existencia que encuentra el sentido de la vida en el consumo de bienes materiales y otros más bien intangibles como pueda ser el ocio: vivir uno o una por encima de sus posibilidades. Personalmente, sin embargo, encuentro mucho más reveladora la idea de que las personas vivimos, desde hace ya un buen tiempo, por encima de nuestras necesidades.

2. Los bebés duermen y comen; y lloran porque tienen sueño o porque tienen hambre. Los animales no humanos tienen dos preocupaciones básicas: la reproducción y procurarse el alimento necesario para sobrevivir. Por su parte, los seres humanos adultos que pueden permitírselo deliberan sobre si la carne la prefieren poco hecha, muy hecha o al punto, sobre si beben su bebida favorita fría o del tiempo, lloran de alegría y de tristeza por igual y los días de frío dudan entre ponerse el suéter de cuello vuelto, o el de cuello de pico acompañado de bufanda… los seres humanos, como se encargó de subrayar Nietzsche, se permiten incluso el aburrimiento (“la huida del aburrimiento es la madre de las artes”). Hay todo un mundo de comodidades y “lujos” (desde la perspectiva de lo que es la mera supervivencia) que poco a poco van conformando el andamiaje que sostiene el modo de vida humano. La preocupación por la supervivencia habría dado lugar a otro tipo de necesidades quizá no tan tremendas, pero sí igual de perentorias y cada vez más inveteradas. Son muchas las cosas buenas que podría decirse de esta vida acomodada y de la magnitud de los cambios que ha propiciado (¿quién querría volver a tener que dormir en una cueva calentada e iluminada por una modesta y temblorosa hoguera?). Pero como bien sabemos, también proyecta algunas sombras muy alargadas. Tanto como para que nos preguntemos, parafraseando a Jack London, si no se nos habrá olvidado vivir y en su lugar nos limitamos más bien a existir. (Hará ahora algo más de cuatro años que, en medio de una improvisada conversación, y fascinado por el espectáculo que me rodeaba en forma de miles de libros ocupando cada uno de los centímetros cuadrados de una librería de viejo en Palma de Mallorca, le pregunté al dueño británico de la librería que cuánto tiempo llevaba viviendo en la isla –es muy probable que mi curiosidad tuviera que ver con la cantidad de tiempo necesaria para almacenar tantos libros– y, por razones que tenían que ver con la vida excesivamente disipada de su hijo, me respondió que había existido, que no vivido, algo más de 10 años en aquella ciudad. En su momento no pillé la referencia a London.)

3. Volviendo a nuestro tema, vivir por encima de nuestras necesidades es algo que nos podemos permitir gracias a los avances tecnológicos. Como bien supo ver Ortega y Gasset, la función principal de la técnica no es resolver nuestras necesidades primarias o básicas, sino ayudarnos a vivir mejor, o a vivir bien. La cosa se empieza a torcer cuando el progreso y la novedad adquieren valor por, y en sí mismos; un momento en que la ausencia de alguna de las comodidades a las que nos hemos acostumbrado pone en el alambre nuestra existencia sin que sepamos muy bien cómo hemos llegado a esa situación (porque con respecto a esto estamos ciegos). A mi modo de ver lo que lo explica es que, en realidad, nuestro modo de vida se sostiene sobre necesidades artificiales, por ejemplo, sobre la circulación digital de datos. Una necesidad de nuestro modo de vida actual que, por si fuera poco, es de una fragilidad extrema: depende, entre otras cosas, de la continuidad del suministro eléctrico en unas cantidades desorbitadas, con el tremendo coste que eso le supone, además, al ecosistema. Decía Henry Thoreau que nuestras invenciones no son sino medios mejorados para conseguir fines que no han mejorado. Mientras no aceptemos que la tecnología, por mucho que beba de la fuente del conocimiento científico, es una rama de la ética, y que como tal debe rendir cuentas, el progreso ciego será el que guíe el curso de la humanidad con las consecuencias que ya hemos empezado a padecer.

20 comentarios en “Vivir por encima de nuestras necesidades”

  1. Buen artículo, David.
    Me vienen reminiscencias sobre este tema pertenecientes a la obra de Lipovetsky «La era del vacío», concretamente cuando reflexiona sobre la condición en la que nos encontramos y a la que continuamente se aspira, la «igualdad de medios». Por otro lado, también H. Rosa en «Alienación y aceleración» habla del tema, pero más específicamente por cómo los medios que en un principio se idearon con intención de facilitar y culminar las labores más rápido y así tener más tiempo para vivir, resulta que ahora en tanto que existe la técnica que hace que se puedan completar con más rapidez el sistema hace que se concentre más trabajo en el mismo periodo de tiempo, por lo que el trabajo no acaba.

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